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Candidato del establishment, vestido de opositor: Lavagna.


La participación estadounidense en las acciones judiciales contra Cristina Fernández de Kirchner, preanunciada semanas atrás por columnistas oficialistas, va tomando volumen: este domingo Clarín proyecta “impactos” contra la ex presidenta. Simultáneamente, recuperó espacios el plan B, la búsqueda de un candidato aceptable para el establishment, vestido de opositor. Número uno: Lavagna.


“La candidatura de Lavagna ya es una realidad”, se entusiasma el jefe de redacción de Clarín, Kirschbaum, el domingo 17 de febrero. El establishment lo ve como el candidato ideal para “evitar el desastre”, léase Fernández de Kirchner, y para ofrecer “otra política”.

Claro que esto necesita poner de rodillas a la ex presidenta. Para eso viene el juicio que comienza el 26 de febrero, los “nuevos capítulos que pueden ir conduciendo hasta el dinero” y juicios en Estados Unidos, en lo que Kirschbaum copia y pega lo que ya había publicado Morales Solá en La Nación.

Todas estas acciones combinadas, agrega, “tendrán consecuencias que obligarán a los senadores a reconsiderar decisiones que hasta ahora rechazan. Por ejemplo, los fueros de Cristina”. Es decir que estas maniobras incluyen que Pichetto cambie su postura, algo en lo que ya mostró formidable destreza.


En La Nación, Morales Solá, eterno enamorado de Macri, quiere insistir en que él será reelegido si la adversaria es Fernández de Kirchner, pero reconoce por primera vez dificultades: con Ella habrá inestabilidad, corrida cambiaria, en fin, el caos final. Entonces lo ideal sería que no compita pero lo hará, todo el mundo lo cree salvo Massa, dice Morales Solá, que desprecia al tigrense, tal vez por entuertos y celos en oficinas de la embajada.

De Massa se ocupa en el mismo diario Fernández Díaz, que siempre destila sus odios sin mayor cuidado. Suelta un verbo rabioso y hace afirmaciones que no respalda en fuente alguna. Este domingo dice que Massa hará anti-macrismo más allá de sus convicciones, buscará así crecer y obligar a Fernández de Kirchner a darle los votos que retiene: le prometerá impunidad y hasta algunos cargos en su gobierno.

Estas y otras variantes para someter a la ex presidenta tienen como único recurso la acción “judicial”. También el domingo en La Nación, Capiello juega con nombres de bancos internacionales que hace encajar en la consigna “la ruta del dinero K”. El viernes lo había hecho Bonelli en Clarín. Hay datos “concretos” de la “ruta del dinero K”, “cuevas, bancos y operadores de la City” que participaron, lo escribe una vez y lo repite Bonelli tres párrafos abajo hablando ya de bancos “regionales” e “internacionales”. Es decir, otra vez, en la senda de semanas atrás de Morales Solá, los “datos” e “impactos” que aportará Estados Unidos.

Naturalmente, ambos diarios juegan todo a fondo para proteger al fiscal Stornelli, mejor conocido como Extornelli, el ex ayudante de Macri en Boca, acusado ya por dos personas de extorsión para no ensuciarlas en la causa de las fotocopias y ponerlas presas.

El batallón actúa de manera compacta, para desacreditar las denuncias y los denunciantes, para desprestigiar al juez Ramos Padilla, que tiene la causa, para escupir desprecio por los pocos medios y periodistas que informan sobre esto, con Horacio Verbitsky a la cabeza. Cumplen a ojos cerrados esta orden sargentos y cabos mediáticos: Morales Solá, Roa, Lanata, Alconada Mon, Wiñazki, Capiello y Sirvén.

Las denuncias los pusieron al borde del descontrol. El miércoles, Morales Solá extravió su tono atildado, sus pavoneos de individuo pensante, para ametrallar con la teoría del complot de los “presos k”. Las denuncias y quienes las difunden son “una banda de embaucadores”, chantas, truchos. Furioso, dice que todos los involucrados terminarán presos. Supera así a su querido Mauricio, quien quería poner a Verbitsky en un cohete a la Luna.

El nerviosismo por el impacto de la denuncia a Extornelli, pieza clave de la maniobra nacional e internacional expresada en la causa de las fotocopias, lleva a torpezas editoriales. Como la del sábado, cuando Clarín habló en tapa de la “placa falsa de la DEA”, en poder del abogado D’Alessio. Pero, páginas adentro, se dice que la placa “sería falsificada”.

El abogado dejó súbitamente de ser estrella invitada a los canales que trabajan para el oficialismo y todos se olvidaron que es columnista asiduo de Clarín: ahora es un extravagante, incluso un tipo con problemas de salud mental, un tipo de trayectorias extrañas, como tanto se ocupan en describir Alconada Mon y otros héroes del periodismo independiente.

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