Algunas veces retroceder es avanzar
"Domingo en la chacra" de Antonio Berni.
Para llevarlo a algo simple, podríamos definir en ciertos aspectos al ser humano en tres categorías: Tonto, Inteligente y Sabio.
El tonto, comete errores y no aprende de ellos.
El inteligente, también comete errores, pero aprende de los mismos.
El sabio, aprende de los errores de los demás.
Ni tontos ni sabios, seamos inteligentes.
No podemos echar culpas ajenas (aunque las haya) cuando las propias también hicieron lo suyo.
Debemos hacernos cargo de haber engendrado desde siempre a los hermanos siameses, que no son otros que la ley y la trampa.
¿Hace falta regresar de Camboya y asegurar que en realidad venimos de Mar de Ajó?
¿Debemos esperar el toque puntual de la sirena de los bomberos para comenzar a jugar a las escondidas?
¿Es necesario un manual de instrucciones para el simple uso de un barbijo?
¿Hay que implementar en los controles la revisada de baúles?
Las personas a nuestro alrededor empezaron
a padecer los primeros fríos de este invierno pandémico. Y siempre andamos con el cuentito de que no nos están golpeando la puerta a nosotros. Sin embargo, se ve movimiento en la entrada de nuestras casas…
Quedarnos nuevamente en nuestros hogares los convierte en trincheras, porque más allá de la guerra contra “el enemigo invisible”, se encuentra la batalla contra “el enemigo más visible de nuestra propia estupidez”.
Quizás tengamos que retroceder:
* Porque es imposible avanzar a los tropiezos.
* Por los vivos bobos, por los inmortales de la soberbia, por la inoperancia de ciertas mentes seleccionadas.
* Y pagar el plato (de los asados, de las reuniones en quintas, de los reencuentros antes de tiempo) los que hemos cumplido con los protocolos y nos hemos bancado la ausencia de besos, más allá de los barbijos.
Ahora, y antes también, no se trata de protestar al oído de nadie. Porque a esta altura de la vida y de los acontecimientos, no es tiempo de hacer una revolución, sino de hacer una evolución.
Retroceder de Fase a muchos nos parte al medio, pero te juro que prefiero mis dos mitades vivas.